Estimado Ambrosseti, donde quiera que esté, saludos manda el tío Juan Carlos, y lo felicita por que la tana Sofía tenía (tiene) unas piernas tremendas, un culo perfecto, unos pechos hermosos y una cara que enloquecía a cualquiera (enloquece), el tío explica, como disculpándose, que la vio bailar en el local de la avenida Mons. Pablo Cabrera, hace un tiempo. Ahora sí, la carta:
"Tengo la vitalidad de una ameba, / la esperanza de un gusano, / el talento de una esponja, / y el destino del herrumbre
no encuentro palabras para mi pasión / no soy bueno en lo que deseo / no tengo talento / no tengo talento / y sigo vivo…
no tengo un futuro / no tengo plan / no tengo ni idea de qué podrá pasar / no tengo altura suficiente / para ver la trompa de un auto / no tengo posibilidades / ya no tengo pretextos
no voy a poder escurrirme / me delata el estado de mierda que tengo / no tengo orgullo / no tengo amor propio / tengo gente que cree creer en mí / tengo gente que desea creer en mí / gente frustrada por creer en mí
ella se va a ir, luego se irá otra / y quizás otra más / y al final nadie se acercará / el final más no puede que entretenerse / nadie va a sentir estas líneas / no hay ninguna salida / soy patético / eso dirán / fui patético, dirán
si me animo a algo / a darle el fin / no tengo chances / sólo quería es saber / si alguien iba a ayudarme con el bastón / ahora sé que no tengo destino / voy a envejecer en la inmundicia…
ahora que están todos reunidos quiero decirles que sólo sobrevivo para que ustedes no sientan que se pierde algo. Quizás deban sentir en algún momento lo que realmente soy. Quizás entonces tire el cuatro de copas que me quedó en la mano.
Juan Esteban Ambrosseti"
A pesar de la ausencia de rima, métrica lógica, ritmo, cadencia, armonía y estilo, el poema de despedida fue un balde de agua helada en la conmocionada familia, quienes sufrieron la pérdida durante largo tiempo. Cinco años después, cuando un conocido de la familia dijo haberlo visto de lejos, con la voluptuosa mujer, en la campiña italiana de Vergnetta, la familia estalló de ira, sobre todo sus hermanas y su ex mujer, quien se consideraba viuda y en duelo permanente. Toda la familia decidió enterrar el dolor y hacer público el engaño, para que "la comunidad supiera la calaña de persona que era el distinguido licenciado", el desengaño y el enojo invadió a toda la familia a excepción del tío Juan Carlos, quien reconoció ante el oprobio familiar, que manejaba cierta información secreta.
Que el pueblo jusgue.
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