sábado, mayo 17, 2008

panal

Hijo y nieto de albañiles, había trabajado en la construcción desde los quince. Cuarenta años construyendo hogares, dulces hogares... hasta que un día se salió casi por casualidad de la comarca, de los mandatos, de las obligaciones cotidianas y vio todo en perspectiva...



sábado, mayo 03, 2008

Sobre la vacilación

J. C. Murua estaba cansado de dudar. De dudar y de creer, porque una cosa es inseparable de la otra, y Murua lo quería demostrar. “Teoría y praxis de la duda y la fe más absoluta” era su tesis filosófica, que planteaba dos estadios del mismo fenómeno de La Confusión (con mayúsculas) como él llamaba a la búsqueda humana por el conocimiento.
Un Murua inquieto, motivado por un carácter vacilante y un extraño destino que puso frente a si oportunidades que otros no encontraron en diez vidas, describió con aguda falencia pero increíble honestidad la perogrullada que sin titubeo no hay certeza, sin noche no hay día, sin fracaso no hay éxito. Unas 234 redundantes páginas para justificar su propia experiencia vital.
Es evidente la importancia que este trabajo final reviste para el joven Murua: llena de emoción encontrar tanto deseo y culpa en este trabajo, tanto amor y odio auténtico, “ese registro de sentimiento ambivalente que sólo puede medirse en términos de vida o muerte”. Esa, y no otra, es la esencia que hace único este trabajo. Sin embargo, no estamos aquí para calificar el altivo grado de levitación del espíritu de JC, sino las cohesiones epistemológicas de las argumentaciones que presenta esta tesis, la lucidez de las especulaciones y la rigurosidad del método que las basa. Allí, debemos decir con crudeza que duele, pero sin faltar a la austeridad que propone el autor, que esta investigación, no sólo no agrega nada nuevo al tema y problemática escogido, sino que además, lo que formula lo enuncia mal, además de caer en terribles confusiones y errores básicos de la metodología científica. Lamentablemente (y esto lo decimos con el alma en duelo), no alcanza la buena voluntad del mundo para calificar con una aprobación este mamarracho. Buenas noches.

Sobre el trip-hop

Hace diez años que muevo las mismas cartas, siempre pierdo, siempre la misma jugada, el mismo entusiasmo, el mismo mazo, el mismo croupier, los mismos jugadores adversarios, los mismos curiosos rodeando la mesa, el mismo whisky barato …
Siempre, hace diez años, que juego, que bajo las mismas cartas, pido dos, siempre dos, busco siempre, hace diez años, busco siempre el mismo póquer de reinas, siempre el mismo juego, reitero una y otra vez, hace diez años, siempre cambian las cartas, pierdo la oportunidad de otra jugada, reitero siempre el mismo error, una y otra vez me quedo con un par de reinas que perderán una y otra vez frente a la escalera real del gordo desagradable que hace diez años gana con la misma escalera real frente a mi par de reinas que nunca llegan a ser un póquer de reinas, porque siempre, siempre, desde hace diez años, me salen otras cartas. Y entonces recuerdo esta condena que hace diez años cumplo: deseo, esperanza y frustración, condena de diez años que son cien o diez siglos o cien siglos, siempre el mismo póquer, la misma partida, las mismas cartas, el mismo mazo, el mismo croupier y el mismo gordo que no imagina que gana desde el fondo del orto de la eternidad… Allí olvido todo, y todo vuelve a ocurrir. Para siempre.

viernes, mayo 02, 2008

Prólogo, por el retrato. I

Soy un personaje atrapante, cualquier anécdota de mi vida es un apasionado relato. Las vicisitudes por las que he pasado no admiten síntesis alguna. Los más infatigables cronistas de la academia se rindieron ante la desmesura de mi existencia.
¿Qué párrafos de mí dejar fuera? ¿Cómo limitar la memoria de mis experiencias sin mutilar los recovecos más barrocos de la travesía intelectual en que debe emplearse el lector? Este es el trabajo que ante el reiterado fracaso de plumas más lúcidas fue encomendado al basto pero dócil y hambriento escritor que firma al final del relato. Al encuentro con este singular interlocutor deseo asignar las líneas de este prólogo.
¿Contradicción, frustración, resignación? De ninguna manera, mi historia llegó a oídos de un escritor amateur no como última alternativa, sino como conclusión de un razonamiento categórico, tan indeleble y simple como estimulante:
“La sucesión de eventos que enlazan el relato de mi vida guardan una lógica tan incomprensible para el razonamiento del hombre corriente como del docto, tanto para el versado como para el profano. Sólo una mente dócil, desprejuiciada, virgen de experiencias puede conseguir asir la verdad subyacente detrás de la aparentemente desatinada cadena de hechos que se detallan en estas páginas.”
Esa fue la razón que llevó a buscar entre ruinosos corredores de la corporación de la baja cultura, una pluma lo suficientemente hábil (y no más que eso) para transcribir y asomar siquiera a la riqueza asimétrica del mundo que le ofrecía en épicas pero ordenadas entrevistas. Esta argumentación, aunque imposible refutar en teoría fue inaplicable. Le brindé información, le ofrecí en cada conferencia, en cada encuentro una oportunidad inalcanzable por otros medios: la posibilidad de la fama, el reconocimiento y la siempre sutil envidia de los catedráticos.
Al final, sólo fue un nuevo desengaño. No supo, ni pudo tomar lo que con insólita generosidad le dejaba en sus manos. Fue cuando en un momento de introspectiva reflexión quebró de emoción como el eterno aprendiz frente a su inalcanzable maestro. “No puedo hacerlo”, reconoció. Siempre fui alérgico a la debilidad humana, podía olerse su falta de carácter y su blandengue voluntad. Le brotaba por los poros.
Escribiría yo mismo mis memorias, algo que debía haber hecho desde el comienzo, pero quizás mi inacabable esperanza en la especie humana me había llevado a chocarme una y otra vez con sucesivas paredes. La misma esperanza o quizás curiosidad que me despertaría ahora este joven y obtuso escritor.

Prólogo, por el retrato. II

Efectivamente, estaba obligado a despedirlo inmediatamente, no sin asco. Sin embargo, había algo en este timorato aficionado a los compendios básicos que no había encontrado en todos los previos profesionales: se había realmente esforzado. Teniendo en cuenta sus posibilidades reales, había algún rasgo de autenticidad en su ánimo, totalmente ausente en los precedentes. Encandilado quizás por la remota posibilidad de encontrarme ante un hombre sin talento pero justo, decidí enfrentar su carácter a una última y redentora prueba.
Le ofrecí mantener su firma como autor del libro.
Un gesto de confusión se dibujó en su cara, como un rayo de vergüenza por su mancillado orgullo le brilló desde su fruncido ceño. Se negó rotundamente a apropiarse ilegítimamente de la historia.
Alegría. Encontré una persona auténtica.
“Eres un hombre digno. Trabajaremos juntos.” Le consentí.
Dejé que terminara el relato para luego reescribirlo, pulirlo, enaltecerlo, pero sin determinar cuáles son los pasajes que corresponden a uno u otro. Borré casi todas las huellas de delataban el cambio de estilo, sólo admití algunas pocas, que me resultaron de cierta fértil gracia. Evidentemente, unos pocos podrán identificar estas licencias.

¡Wyoming te la vuelve!

La revista para hombres Wyoming vuelve a editarse.

Para alegría de los socios vitalicios de Sendero Luminoso y Quality, la editorial Paquete Loco Loco anunció que la revista de Gym e innovaciones tecnológicas en el mundo del usufructo anal volverá a las calles a partir del miércoles próximo, cuando los fieles conmemoran el día de San Eustaquio, patrono de la poltrona de servicios. Desde esta columna eyaculante de buenas noticias, saludamos a los frondosos colegas y deseamos la mejor de las suertes, retribuyendo el sentido apoyo que en numerosas oportunidades han sabido brindar.

Club de amigos del Dr. Oscar Camillión

se vieron por casualidad

- y quien lo dice, el reserva moral de la nación - "la" reserva - matate, tinaja de roble! - débil hepático! pasaron 3 horas así

otoño

otoño