J. C. Murua estaba cansado de dudar. De dudar y de creer, porque una cosa es inseparable de la otra, y Murua lo quería demostrar. “Teoría y praxis de la duda y la fe más absoluta” era su tesis filosófica, que planteaba dos estadios del mismo fenómeno de
Un Murua inquieto, motivado por un carácter vacilante y un extraño destino que puso frente a si oportunidades que otros no encontraron en diez vidas, describió con aguda falencia pero increíble honestidad la perogrullada que sin titubeo no hay certeza, sin noche no hay día, sin fracaso no hay éxito. Unas 234 redundantes páginas para justificar su propia experiencia vital.
Es evidente la importancia que este trabajo final reviste para el joven Murua: llena de emoción encontrar tanto deseo y culpa en este trabajo, tanto amor y odio auténtico, “ese registro de sentimiento ambivalente que sólo puede medirse en términos de vida o muerte”. Esa, y no otra, es la esencia que hace único este trabajo. Sin embargo, no estamos aquí para calificar el altivo grado de levitación del espíritu de JC, sino las cohesiones epistemológicas de las argumentaciones que presenta esta tesis, la lucidez de las especulaciones y la rigurosidad del método que las basa. Allí, debemos decir con crudeza que duele, pero sin faltar a la austeridad que propone el autor, que esta investigación, no sólo no agrega nada nuevo al tema y problemática escogido, sino que además, lo que formula lo enuncia mal, además de caer en terribles confusiones y errores básicos de la metodología científica. Lamentablemente (y esto lo decimos con el alma en duelo), no alcanza la buena voluntad del mundo para calificar con una aprobación este mamarracho. Buenas noches.
sábado, mayo 03, 2008
Sobre la vacilación
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se vieron por casualidad
- y quien lo dice, el reserva moral de la nación - "la" reserva - matate, tinaja de roble! - débil hepático! pasaron 3 horas así
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