Ni John, ni Paul – Revivamos a George (desafío, desaire, desconsideración ante la línea editorial)
Hacerla de callado, segundón que con el tiempo aprende, sorprende, enseña y asusta. Que no te vean venir, pensamiento vector de legiones de desventurados, sin miedos para ceder ventajas. Cuando se forma parte de la banda más importante, original, insuperable y amada del mundo moderno, los parámetros de la autoestima son absolutamente relativos, extraños. Cósmicos. A pesar de las lágrimas. I me mine.
Costó, pero aprendió a tocar de todo. Aprendió la vida de oriente, recorrió las utopías lisérgicas y volvió a casa a la hora de cenar. Hizo el viaje en los 60, se hizo krishna en los 70, puso la plata en los 80 y les contó las historias a los nietos en los 90.
Intentamos matarlo en el 99. Le hicimos creer a un idiota que estaba poseído por el espíritu de Harrison, pero la navaja de Michael Abram quedó reducida a la mínima expresión cuando lo enfrentó la señora de George. Al final, le vendimos tantos cigarrillos en cuatro décadas que lo terminamos de un cáncer de pulmón y metástasis en el cerebro en noviembre del 2001. Tenía 58 años.
¿Qué tienen en común The Beatles, The travelling Willburys y los Monty Python? A los diez primeros que respondan correctamente les regalamos pasaje y estadía para toda una temporada en el backstage de Bangladesh; un paseo guiado por los intersticios más sublimes de la música y el arte, y un largo, largo, largo… camino a casa.
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se vieron por casualidad
- y quien lo dice, el reserva moral de la nación - "la" reserva - matate, tinaja de roble! - débil hepático! pasaron 3 horas así
1 comentario:
Yo te diría, pero vamos a Lucky Wilbury, mejor. Viene en marzo.
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