martes, octubre 28, 2008

Extractos de la historia bañados en jengibre.

En el quinto siglo de la antigua era, encontramos el más antiguo antecedente de "organización educativa" que se tenga registro. Aunque, seguramente, la denominación "organización educativa" sea inadecuada por lo desmesurada, ciertamente, es el pariente más lejano que se tenga conocimiento sobre la función de impartir educación.
En la Pacland -así se la llamaba a la primitiva escuela- no había registro de evaluaciones, de contenidos curriculares, ni organigrama o estructura. No había división por niveles o cursos, no había horarios ni recreos. ¡No había división en disciplinas o materias, ni controles o deberes!
Hay que tener en cuenta que la escuela estaba ubicada en una pequeña isla de Mandisovi, Okasa, habitada por la tribu de los "jahraimi". En la isla, no había registro de las personas, ni economía, ni distinción de casta o méritos, ni instituciones formales. Sin embargo, lograron la primer escuela (sabemos: no era ni por cerca una escuela, pero tiene el peso para la época, por tanto, digamos escuela para resumir)
En la Pacland no había profesores y alumnos, sino "hermanos" (la traducción exacta sería algo así como "encuentros suspendidos en la relatividad pulsional, integrados en cosmos", pero a lo que apunta dicha figura mística es a la relación generada entre los partipantes, equivalente a "hermanos" en nuestras sociedades desarrolladas). No habia autoridad ni obediencia. No era, sin embargo, una anarquía, sino algo así como pautas comunes implícitas básicas, que pasaban de generación en generación. Instintos primitivos que brindaban poder. Leyes de especie salvaje que no se concretaban en alguien en particular, sino en todos en los mismos grados, un poder que tenía ejercicio sólo sobre sí mismo. Eran todos jueces de sus propios actos, con los mismos "códigos de justicia". Obviamemente, esta filosofía hizo estragos en el futuro evolutivo de su tribu, hoy desaparecida, en relación a las tribus vecinas, volcadas en la actualidad a un fuerte desarrollo económico y financiero, brindando una buena calidad de vida a una buena parte de sus poblaciones.
Pacland era un lugar físico, ubicado casi en el centro de la tribu. Podía ser una carpa, la sombra de un árbol o la vera de un arroyo (periódicamente iba mudando de sitio). En la pacland se hacían encuentros no pautados, totalmente espontaneos. Esto es, llegaba un individuo y le hacía una pregunta a otro individuo, buscando saciar alguna duda. Si el otro podía responderle, lo hacía. En ese caso, este otro hacía otra pregunta para responder sus propias dudas, y así sucesivamente. Cuando ambos no tenían alguna respuesta, se acercaba un tercero y participaba de igual forma. Llegaban a juntarse casi medio centenar de participantes para las dudas más profundas. Al mismo tiempo, esta era una ceremonia cotidiana, ciertamente. Era casi el centro de la actividad social de la tribu, con una alta rotación de participantes y temas. Llegaba un momento en que los conocimientos circulantes eran compartidos por todos pero modificándose azarosamente. Por esta razón, no había noción de la verdad absoluta, sustento para la instalación de valores, y por tanto, no era buscada. La única verdad inherente era que la verdad no era una categoría significativa para los participantes de la pacland.
En fin, no existía la idea de progresión en los contenidos, ni de progreso en general. No había posibilidad de competencia ni superación, no había envidias pero tampoco ambiciones, no había entendimiento sobre el carácter productivo de la naturaleza de las sociedades ni de los hombres. Eso fue la prehistoria de la educación y la cultura.

Texto tomado de la "Historia de la derrota de Atari", de Romeo Argerich. Con prólogo del Dr. Vergatiesa, naturalmente.

No hay comentarios.:

se vieron por casualidad

- y quien lo dice, el reserva moral de la nación - "la" reserva - matate, tinaja de roble! - débil hepático! pasaron 3 horas así

otoño

otoño